sábado, 1 de mayo de 2010

acu mula dor

Quién mejor sino para

Escalarse arrastrándose

Hasta el borde del punto

Más infinito del alba

Para ensordecer

Con eco de trueno

Y garganta entregada

(la miel en los surcos

Del pétalo a pétalo

Que desviste a la espina)

Un canto de fosa pálida

Cardumen de espejos

Destellando el sol al río

El viento como navaja al pecho;

La musa que respira dormida

bajo la cobija de la belleza y la inexistencia,

del ulular su forma a pedido del día

Hila al poeta

Para que a fragmento de pluma cálida

Destruya la pasión al universo que lo nace

Para que logre por sobre todas sus letras,

Por sobre todo el resto de las hojas

O los pies muertos;

La suavidad ante sus ojos.

Y como brisa al aura externa

Al rostro pálido ajeno

Que espera del vacío

Un nacimiento de melodía tersa

Crea con su aliento

Emergiendo de esta superficie

Tragando llama a lumbre

Penetrando en la inconsciencia

Del parpado al alma dormida

(Un augurio de voces sobre la palma);

La caricia

De la palabra.

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