miércoles, 16 de marzo de 2011

T e ando

Ajusto de la manera precisa tu mejilla sobre el pozo de mi mano. Asiento labio por labio el lugar cálido de pertenencia al borde de tu boca en la comisura izquierda como si diera inicio al parto de un pájaro, como si el vuelo próximo extendiera el velo azul de ambos párpados que se llueven por sobre las pupilas dejando marcado un círculo mojado y lamemos el borde derecho del cascarón. Mi mano se entibia y toco tu respiración entera como si el tiempo estuviera disuelto en un río que te recorre hasta tu mano, tu mano como un títere que baila de manera inconsciente en mi nuca y ahora tenemos plumas. Plumas en la lengua que se enredan para que te rías y nos miramos como si realmente estuviéramos dejando por sentado en lo más inmenso de lo bajo reproduciéndose por cada punta de los dedos una impresión de huella certera, de lluvia enterrada, de la espuma marítima bajo la planta de cada pié que está ahora entre nuestras manos una mano dos manos todas las manos tu cuello. Tu cuello que beso hasta que labio por labio tu piel se desarma como tiemblan las gotas tal cual mi lengua al caer al agua se disuelve en el mismo azul húmedo que tu boca me acaricia y nos miramos. De pronto me encuentro con un ser que se ha dado vuelta desde mi columna y me desenvuelve entre escalofríos por cada dedo tal cual si me abrazara a mi reflejo en el aire lila que se tiñe poco a poco al paso diminuto de los mordiscos avanzando por mi espalda que se ablanda y se adormece y nos miramos y yo me escondo entre tus plumas y lloro sin querer. Yo podría llorar todo el amor entero que nos mece a mí y a vos tocar el aire con los ojos abiertos a tu roce para verte río, o un árbol incendiado, una brisa que se da vueltas entre las manos y ahora tenemos un solo ojo externo que mira que nos mira en el entrevero de una hoja tendida, las pestañas contorneadas en la luz de la ventana, un cuerpo desaparecido en la distancia del saber que no seremos, y sin embargo enjaularnos en la sutil transparencia para decir que así quizás siempre este par de pupila sola quiera morir de costado, por entre tu pecho mi pecho donde hemos dado el inicio todo del parto; y henos aquí que entre cuatro labios entramados rebalsados de arduas invisibilidades y significacias mínimas, nace el pájaro y como siempre. Yo te miro en pleno vuelo desde el fondo del cascarón, muy a paso lento y con los ojos cerrados, respiro tu ala toco tu ausencia dibujo el ocaso al que no pertenecemos, para que finalmente nos colme la lluvia, la mañana del lunes, el silencio sobre la mesa; De nuevo el sabor del café en singular.-

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