miércoles, 1 de septiembre de 2010

Una noche más (y tu cerebro será quemado)




Hace veinte horas que no duermo y creo registrar unas pocas palabras de manera forzada que todo tienen que ver con un sueño que tiene que ver con tu cuerpo que tiene que ver con un vomito neuronal al vacio que me provoca esta ventana tan nada. Con tu cuerpo digo porque es que te he visto en una cama, frente a un cerco, mirando como ido algo justo así como llamando aquel día en que te mudaste de tu mente para venir con los ojos perdidos hasta en la nuca, diciendo que esto y que aquello y que qué que cada cosa que decías que tan necio habré de guardarte entonces porque sé que así la inteligencia de saber llamarse momentáneamente de manera milagrosa con el escroto dado vuelta. Creo a estas instancias son pocas mis delicadísimas ganas de pensar siquiera un poco, siendo también mi interés de tal magnitud parecida a la vocal cuarta de este idioma tan poco tuyo que tan poco por cierto nos asimila. (No me interesa). Nada quiero saber en estos momentos de tierra firme que tu cabeza cuelga en un abismo que te inventaste. Ni nada de lo tuyo que no es mío que nunca fue mío que nunca podría siquiera acercarse ni mínimamente a conformarme ni como sangría del suceso en el que reside tal impacto supuesto oscilando en tu memoria. De nada. Nada. Que a tu cuerpo se relacione. Que a tu mente mucho menos. Porque ahora que hace veinte horas y tantos minutos que no duermo me salen de manera instantánea y casi sin pensar estas letras para decirte que nunca vas a oírme con tanta verdad floreciendo a manera de vómito desde esta boca, ni enterarme ni por centímetro cubico del resto de tu existencia alguna que se relacione a esa piel de nada ese escupitajo sanguíneo de moldearte las venas adrede para que alguien que te vea con la cara cerrada sea movido a la ternura del llanto inoportuno. No vengas a hablarme de tales inexistencias ni demases invisibilidades (mejor) . Atrévete a hablarme de lo que realmente no está.



2 comentarios: