martes, 28 de febrero de 2012

Hay tormenta.

Es la danza de una histeria inquieta. Una espiral energética coagulada en el espacio y gira. El espacio gira en sentido contrario y en su mismo aire una interconexión de gestos específicos enraízan un confín etéreo como el roce de un cuello que desprendía su esencia fuxia a la par de la exaltación corporal, metamorfosis del agua y su claridad reflejada en el hilo memorial de un fuego apagado que respira. Las costillas poco a poco se desarman entre sí y más allá del vientre contraído en el exhalo la danza de una histeria fulgurante se revierte enorme formando la estación con sus explosiones químicas y sus reacciones naturales meciendo en dos a las porciones de tierra o desierto asignado a cada quién y es ahora entonces donde existe un enjambre adverso gemelo, una malnutrición del tiempo embocando de cabeza las proyecciones extrasensoriales no se ve bien dónde pero aparecen de repente en la cuna de barro bañado en tinte fuxia sobre el pico abierto de un pájaro que el cuerpo ha dado sin ojos para presenciar el alma donde un hueco profundo crea la tormenta exacta que envuelve a la danza y penetra súbitamente el espacio y el cuerpo se retuerce a la forma de su superficie Y no hace falta que sus funciones nos distingan su recepción de gota caída: luces desparramadas en el principio del abismo donde una planta con su grandísima espalda retiene el instante donde de repente un huevo de libélula se encuentra quebrantando su origen en el oxígeno, y palpando las pieles del agua sin importar dónde, alguien presencia su nacimiento doble óvulo inteligente e impreciso de consciencia en la cúspide de un terreno al medio cúspide dorada, resurrección poblada de fogatas, las almas subían en hilos finísimos de vapor insípido y persistían en el espacio coagulado histérico danzando un trance giratorio que enredaban a la tierra con sus manos, constituían sus desiertos sobre las venas y dejaban existir en su espejo a cada porción atómica expuesta, o en gesto de asomo intencional a la virginidad del vértigo emergiendo desde los vértices en llamas.

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