jueves, 12 de enero de 2012

Quiero estar allí volando de un modo azúl.

Muerte por qué vendrías a mi lado y no a mí. Por qué tu aterrizaje en otro cuerpo cercano por qué éste comportamiento en jirones de invierno sin darme la mano y en su lugar la nieve dentro del vientre dónde quisieras. Yo que te contemplaba en la visión nocturna y me abría al presentimiento de tu paso marcando huella en línea recta al encuentro y tu corazón bordó encerrando siempre la oscuridad del fuego. Por qué vendrías circulando al ángel por qué habrías de entregar las alas a quién las tuviera y refugiar tu aliento en los bracitos lánguidos que amarillabas la noche entera su cuerpito llenandosé de ausencia y tu posesión lo adormecía. Por qué vendrías tan brutalmente a dejarme de rodillas por qué vendrías a ser como un sentir de ocaso contante salando sobre la herida abierta/ espina en mi pecho boca abierto/ a la necesidad de suplantar el nido que elegiste tu presencia doliéndome la vida entera al doblegarme frente al niñito quieto donde te escondías y te sentía mirarme desde el fondo. Te vestí en infancia muerte peiné tu cabeza te até los cordones y ahí te quedaste huérfana sintiendo mi caricia, mojándote de tantos ojos coronando el lugar donde danzan el olvido la memoria el deseo la súplica el desmoronamiento tus delicadas manos presionando fuerte entre las costillas para que nadie puediera quitarte/ el niñito enfriandosé entre tus manos; y cuando el amanecer viniera entonces a buscarte te irías nuevamente en sed hacia otro cuerpo otro lamento y dejarías a más hombres rendidos ante tu llegada y yo te tuve muerte. Yo te toqué muerte te hablé por horas te supliqué tanto y no hubo gesto de tu parte que entendiera el duelo, no era mi hermanito aunque quisiera, era tu presencia muerte tan terriblemente bella y nadie te comprende, y no es tu culpa a quien tocaras, pero es que yo tampoco te comprendo tu corazón bordó encerrando siempre el último grito de desesperación el murmullo sufrido el aliento del niñito que no te supo nunca por qué vendrías tan temprano tan cerca tan rotunda Por qué vendrías a mi lado y no a mí. Por qué quisieras quedarte entre mis venas así de a poco, sin hacerme pálpito, te veo irte sola cada vez que te presiento mi cabeza enloquece pensando que los siglos no se mueven y vuelvo al lugar donde pido por mi hermano y ya no estás, no me escuchas, no es tu culpa a quien tocaras, pero podrías haber venido o no venido o venido menos o no a mi lado, por favor. Por favor. por qué no viniste a mí.










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Estaba diciendomé entre ojo y labio a su oído o su rostro entero o eso decía sin manos para otra cosa que no fuera el habla. Estaba ahí dieciendole mi todo mí se encontraba observando mi palabra mi gesto y su reflejo brillando en la pupila abierta como una puerta tragando el cuerpo sin mecánica de reconocimiento la sucesión natural de la estación transcurriendo detrás y sobre el momento exacto pleno sexo del verbo en la cúspide más alta del enamoramiento por voz presente sin palparla, el oxígeno ingresando lento y exhalandosé esmeralda en la mañana derramada apenas. Estaba respirandole la frente con un labio descifrando la cuenta precisa la suma de sus partes lo que diera resultado a un lugar del que pudiera ahuerfanarme y anidar la caricia al color espíritu que dióse vuelta sólo para ver si es que podía verme cuando ya no esté: momento puro del exilio del olvido en la reconstrucción del cuerpo ajeno por fracción sonora ausencia obligada y hábito consciente cuando casi no existe y es mentira pero es que no se quiere/nada se quiere perder. Entonces estaba ahí, delimitándonos la forma la arquitectura océano que nos deslizábamos a la manera de las olas en un ir y venir descomunal, como si sus manos me hubieran sido siempre me reproducía el canto admitía la carencia Estaba conjugando las fórmulas desde la sombra más cálida donde el vientre fuera luz antes del parto todo mi reclamo íntimo sobre su pecho deshaciéndose en el pálpito y nada era más inmenso decía que nada enfocaba límites en el espacio de la posesión noctámbula roce de luna en los párpados sumidos en el ojo en el labio en el oído y la piel emplumada suave ahí donde recostar el abandono río abajo enmascarado era tan coherente como darle una vuelta a los planetas y desconfigurar el universo a manera de teñir el aire cada cual y sin saberlo haber estado lamiendo la perla del duelo y el mismo color en suspenso ni un indicio pequeño para bocetar en carne y hueso tallar sobre el aire certeramente la voz. Y entonces me observaba tan de cerca tan de cerca como queriendo ser umbral en lluvia limpia y yo me hablaba en un flujo pseudo consciente de códigos sin razón o con razón o qué se yo y es que nadie quería decirlo, todo era mentira, nadie quería decirlo nadie quería perderlo ni un pedacito de piel entramada coincidiendo en el mismo tiempo y abismo mañana y mundo no quería perderlo nadie quería pero todo era mentira, el olvido ahí delante consumiendo en boca de la llama sabiéndolo a medias el día viniendo acechando los cuerpos en danza; Y entonces cuando dejé de decirme enmudeció el temblor y la pupila pronunciando el jeroglífico del palpo abstracto éramos: crisólito en sangre ahogado

latiendo el infinito entre las manos.