viernes, 28 de enero de 2011

Dios de probeta.

-El invierno se ha quebrado en dos, puesto que el cielo se ha reducido a una temporal tormenta de luciérnagas petrificadas. Uno se come así mismo de a poco, primero por los dedos de la mano izquierda, luego viene el cruce del aliento que se desmaya de sol a sol en la memoria oculta debajo del río. Cierto que no. Nadie mira el ozono evaporarse de los huesos, entretanto la noche se va tranquila, tranquila con ese tinte de envidia de poder irse dejando a su paso una colmena de luces insomnes. En este lugar del tiempo se escurren momificaciones de vocablos atraídos a la garganta como imanes semejantes a la seducción de la tormenta, se unen ambas palmas a manera de nido donde caen las luciérnagas y el invierno se ha vuelto un tornado que en todo su estupor de aparentar ser el núcleo de un alma trágica, viene a buscarnos. Pero es cierto que no. Ni nadie ni yo.-

-

- Ahora en este momento preciso quien fuere en la tierra miraría de costado, luego al otro en forma de círculo por sobre su cabeza observando el espacio entero antes de continuar con la sutil vaguedad de su espectro dado vuelta a los confines más utópicos, luego-

-Diría que algo mató a algo pero no de verdad. Algo mató a algo sin sangre, sin mordiscos, algo le ha dado su papel de inexistencia. Los reflujos corporales se dan inicialmente por el lado derecho del primer pensamiento a ojos cerrados en la hora exacta de perder el sol sin que éste se ausente. El sol nocturno. Ese que permite a los seres luminosos. Algo ahora tiene su inexistencia y ha quedado una revelación de polvo sacudida en el espacio inmenso ante los ojos que se lloran. Nadie llora los ojos lloran pero no de qué. Último alud de un espontaneo roce del llanto previo a la evocación del nacimiento. Pero se ha dado la invocación de la muerte. Muerte del orden de los sentidos por cada sol bajo que se adhiera a la espalda deteriorada. Soles teñidos de negro inyectan la amargura exacta para digerir el cuerpo en su desarme, roce en el que el vientre incendiado ni bien el alma se sienta al cuerpo hace nacer el éxtasis de la aglomeración exterior insertada en el pecho como sutil anestesia que perfora entre súbitos gritos rojos, dando lugar a un cielo retorcido espasmódicamente entre los azules más oscuros emergiendo desde el centro del vientre con una inmensa fuerza involuntaria que exalta la piel entera en la elevación rítmica de una respiración entrecortada. Ha quedado el polvo de una inexistencia rojiza con venas eléctricas a raíz de un animal acuático que siento pasearse entre mis vertebras cada día al pasar el índice por sobre el borde de las pestañas y veo un lago. Un lago como a través de un caleidoscopio donde las multiplicaciones de diversas realidades postradas en imágenes arcoíris a mismísimo abuso del paisaje transformado a cada vuelta, me dan el auténtico sabor del fuego. Un fuego de remembranza que se escurre por mi lengua y luego se recrea me quema como mil lenguas de fuego transformándose y desarmándose sobre la mía tan mundana y a mí que me encanta el consumo del ardor que parece querer llevarme parte por parte en un juego tan inocente como este no es para dar inicio al evoco del nacimiento, para matar la muerte que hay que matarla, que no porque yo, yo qué más quisiera que soles giratorios que me den inicio de una contemplación ardua de mis orígenes; La muerte que se muera sola. No podría ser comparada a los árboles cuyas raíces radican en la más ínfima gota de lluvia que yo no. Algo ha matado a algo dándole su papel de inexistencia y han quedado pocos susurros lamentándose que yo no esté, pero eso es solo porque hay seres luminosos que argumentan mi caída. Cuando mi pequeña piel abandona las pestañas, ya no hay apreciación continua puesto que mis parpados como puertas extinguen las visiones retraídas que se asemejan a un humo invisible. Quisiera soles giratorios que se retuerzan entre mis vertebras antes de que cualquier inexistencia de su golpe de precipitación rotunda, de polvo sacudido, del espacio aglomerándose en el agua de las raíces lugar rojizo de venas eléctricas, que es y ha sido siempre el lugar de todas mis posibles abstracciones.-

miércoles, 12 de enero de 2011

Podría jurar que lo hubiéramos visto.

Dícese un estallido luminoso al centro del grito huido. Un pequeño viaje a los confines más exóticos redondeándose por entre los párpados a respiro entrecortado. Y ven de pronto la colina enterrada al sol de cabeza como si la boca se le abriera para tragarse el océano entero por los dientes. Que los ojos se les vuelan, digamos puede vérseles como una cabeza de peces cristalinos destellando un alma roja a un rio vacío donde un ser que respira se ha quedado dormido. Lame los dedos por sus puntas a manera descalza de retraso continuo por donde las vertebras se habrán vuelto espinas calcinadas al abismo de la mañana congelada, de todo este espíritu hecho hielo tanto sea quitándose las pestañas una a una para sentirse menos o vivo o bien sea palpando por los labios húmedos este retazo de ala de libélula desprendida de los ojos. Ni más ni menos, una sutil lejanía de eco cercano a la superficie de un aroma noctámbulo proveniente desde el centro de la espina, el centro del grito huido, oleadas luminosas de aliento onírico entrelazando el núcleo cerrado al dedo invisible palpo de hierba colmena híbrida nadar hasta el fondo y no digamos más nada. Respirar por ciertas mañanas con el cuerpo bajo agua tan lleno de niebla siendo la flor del sexo más puro oculto entre palabras que no imagina sino lo solo levitándose en el tiempo que no ha venido y tiene la forma del corazón de una gema enterrada, el corazón del crepúsculo adormecido tiernamente al borde del suspiro estático de un hilo de seda y es Querer permanecer en la vigilia teniendo razón del óculo para ver lo que se es nunca amanecido y Levitando: todo lo que ahora tenga alas será continuo reflejo de mano propia y la piel tendida como una tela sobre la tierra húmeda; es lamer el aire como si fuera verde y que tuviera un gusto verde como si fuera el río y tener todo lo que existe sobre la palma y que sobre la palma se esté a sí, sabiéndose parte en cada dedo articulando el mal dormir, las noches enfermas, el exilio del cuerpo perdido en una voz que deambula por entre ambos ojos como orbitas toda la noche y todo el día para silenciarse entre cuatro paredes a merced de la soledad más rotunda calando la memoria. Es verse despierto en lo que se nace dormido, oler el insomnio color púrpura en medio de un canto de hielo, fractura del árbol carcomido por el día ido y por el que vendrá, Un insecto entre las vertebras tragarse el invierno caminar por la muerte nadar hasta el fondo Y No decir Nunca más Nada, que se asemeje a la vigilia.

Primero muere y luego sigue en lo que quede.


Serán estos los universos de mi vida que dejaran por sentado el Yo, lo bajo de mi intima en las palabras que no podría decir por simple lógica ni especulación de mantenerse en pie sobre una piedra redonda (fuera del mar) al preciso instante de abrir los ojos y decir: No. Pido por ánimo hambriento de verme plenamente que te cubras de colmenas y te mates a sangre fría. Desayunaremos un río entero primero para luego vomitar las aletas de los peces, las escamas en la garganta a razón de volverte más puro más lívido, y que te nazcas de esta palma así desnudo tan lleno de fuego y rodeado de nieve, Pequeño carozo de ratas, Voy a acariciarte hasta que me salgan plumas en las manos y puedas escucharme con solo pensarte. Y a vos niña pequeña se sabe que podría estrangularte si te miro porque me temo y me respiro, me miro a los ojos mis ojos tus ojos mis ojos y voy a dormirte por este aliento quebrado si te susurro; O podría escupirte lo que es decir escupirme porque me tengo en la palma llena de nieve rodeada de fuego naciendo de un carozo de ratas y me observa un ejército mitad desnudo mitad pez que espera comerme a sangre fría ni bien caiga la noche en este cuerpo tan solo, tan vacío Estoy casi sola. Casi. Alguien me sostiene los párpados y mis ojos como dos orbitas dan al motivo exacto de la asfixia entre los seres que alucino, a las horas en que me consumo sutilmente en este incendio.-



S e m b l a n z a

+

( Y ahora que te escucho soledad enferma me siento tan dentro que no creo diferenciar el pasaje nocturno a la vigilia, lugar de dolor constante donde quiera que pudiera encontrarme mínimamente vagando entre las sombras

de lo que se ha ido.)

Pfffffffff.

Tener lo que se quiera en tanto y en cuanto dé el cerebro la media neurona vacía para poder decir No. Sabe nadie sabe quién de lo que acá se encierre se ahogue se vierta se dé por contado desde el principio hasta el final la vocal variable de tanta palabra hecha pedazos como si hubiese tenido realmente algún valor previo. Nunca se supo tanto como hoy de máscaras y trajes elegantes de la apariencia de costado del brillo estancado en el no todo lo que brilla es oro pero pudiera sin embargo ser vendido como tal Ó me vas a decir por favor querido que no sos parte de tanto show en el cual ni vos sabes quien sos; Me vas decir, querido, que no se llevan todos ellos todos nosotros todos el premio a la mejor actuación de tal desnudez sometida a piel fría de tanto hablar y hablar y hablar sin conciliar verdad alguna para florecer en boca de cualquier lengua ponete una camisa negra y salí a caminar. Andá, vola, que te haga bien que te haga brillar y sentite oro, anda; sentite lo que nunca en tu vida en tu muerte serías de manera cierta retorcete las neuronas a manera de dar cuenta al presagio primitivo de lo que se llama caverna, vieja historia la caverna, el saberse de algo que no se es, el ondularse por horas durante sombras que son luces que son sombras que se tragan como luces y no sabes quien sos, nadie lo sabe nadie me vas a decir ,querido, que tenes aunque sea un indicio de que tus pies saben a tierra saben a cielo saben a mar saben a lo que vos quieras en cuanto Vos quieras porque así es como dice mi menor que es y nada más, de forma interrogativa digamos, justo por lo anterior a esta constelación de agua tibia yo sé que me duermo con los ojos abiertos y que en probable situación lo que yo veo no es nada más que aire dentro del aire que se mete entre mis huesos y me da la asfixia necesaria como a vos, Querido, o me lo vas a negar, Ó me vas a decir que tanto palabrerío no te sienta así de bien que no te tiñe la piel como si supieras del color de tu llanto como si la descripción de tu cadáver no te pareciera cierta siendo sin embargo tan deambulante como cualquier otra como si no estuviera Perdida como si no se esfumara al decir acá estás, señalando con el dedo a donde nunca estuvo y ahí te quedas, con tus lucecitas de colores, con tu dedo tendido, con tu certeza de alcornoque a quién decirle qué a quien gritarle que ahí está todo lo que siempre quisiste ver nada más Y yo que juro me dormía plena sobre tu espalda, Ahora podría estar ahogándome en el charquito de tu sombra, ni más ni menos, que así estamos.¡ Así estamos!


(Es cu pir)