martes, 3 de agosto de 2010

Calma

Será un espacio de velas encendidas. Será por ánimo hambriento un girón de universos de ecos distantes. Una danza dentro del mar, el grito impreciso de un bosque rojo todo rojo; Una espalda desnuda. Vendrán a buscarme por tierra de mi íntima vendrán a hablarme de cosas inciertas van a decir mi nombre tres veces y no entenderán mi manera de sumergirme en esta garganta, en este ojo que tiene tristeza, en este pez boca arriba. Yo no sé ya de almas que se miran que se tocan, será un espacio de velas que se apagan por donde se deslizan tres dedos que se hacen agua que se hacen cuerpos que se miran que se tocan y no entienden. No entienden esta manera de dejarse dentro de un viento rojo todo rojo, y hablar luego del fuego hablar de la lengua, vendrán a pensarme como un sonido frágil y yo habré hablado por entonces de las cosas entre las cosas, del silencio dormido en medio de este invierno que me vive. Yo no sé ya de mí, pero será un espacio de velas que tiemblan, de almas que danzan de mares de gritos de hojas que caen al borde de la respiración de un animal nocturno, y yo voy a tocar entonces por tierra de mi íntima por la belleza de este silencio muerto, las revelaciones acunándose en el cielo distante de lo que tanto amé; Ah eso que tanto amé. He acompañado a las noches superpuestas, he nacido de un semi círculo en el agua me he revolcado en la tristeza misma del invierno que me duerme, y terminé envuelta de luces en medio del desvelo, terminé siendo llovizna de sangre tenue; Tanto amé, tanto. Amé todas las cosas entre las cosas y luego; Pude partir como quien nunca estuvo, como quien no estará. Jamás