viernes, 16 de julio de 2010

Quién diría.


Y ahora te tengo diciéndome al momento antes de que tu ojo se abriera, ya teníamos como esto todo alrededor respirándolo tragándolo escupiéndolo digiriéndolo haciéndonos parte de si así tan así. Como si fuera simple que todo un enjambre de lobos se estremeciera enamoradamente a convertir sus garras en manos que se toquen que se mimen con una luna roja sobre la espalda, como si la lluvia dibujara trazo por trazo la frágil línea del sentimiento que desenvuelve a dos lobos que se miran a los ojos. Que se miran a los ojos. Fijamente. Nos acostamos pensando que estamos al revés. Puedo tocar en medio de esta oscuridad así medio como azul pálida el borde de tu mandíbula antes de tu oreja y verte más allá. Donde una ventana llena de gotitas difumina tu cuerpo todo haciéndote no más que una figura que respira ( Pero si quiero mirar bien) , me esfuerzo un poco hasta alcanzar el centro de tu pupila y es entonces que los lobos despiertan desesperadamente buscándose un refugio contra la soledad para esperar y dormirse acunándose en el canto nocturno. Yo por mi parte te dibujo con un dedo trazo por trazo desaparezco la piel que se esconde detrás de tu pelo que a estas horas huele a recuerdo de nieve, a desvelo pequeño y la hago mía como si el desaparecerla fuera hacerte una laguna donde sumerjo la palma y un lobo respira pausadamente; Como si supiera que nada es para siempre que la soledad es una cuna y que el canto la disfraza pero solo hasta abrir los ojos labio por labio, mano por garra y yo por mi parte que te miro. Hay un enjambre de lobos sedientos por cada pestaña al preciso instante en que palpo tu parpado arañándote el pecho, descubrimos tu mano que tiembla y una voz que palpita yo por mi parte que te miro laguna pequeña en la ventana y me vomitas una pupila, permanecemos mirándonos fijamente, (todavía pensamos que estamos al revés) para ver que todos los lobos corren por tu cuerpo a suicidarse desde tu aliento en medio de este oscuro donde tal figura que respira traga y escupe un azul pálido por la mandíbula se retuerce despacito a gritos mudos al borde de la piel, y entonces me susurra pero no a mí sino a sí, muy por un labio y pausadamente que: Hace frío. adentro, Nieva.

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( Aseguro estar muriendo. )

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( Es probable que te acuestes y llores si te acarician. Que grites una sola vez. Por entonces alguien más habrá dado cinco vueltas alrededor de la mesa mirando hacia arriba. Ambos estarían descalzos y entonces sé que te cortarías un dedo y lo esconderías bajo la cama. )

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( Dicen que no. Pero sé que el agua no se atrevería. Las mujeres del agua tienen su espíritu ido y acunan larvas para no llorar. Hay dos cerebros en una piedra. Un hombre los lame y cierra los ojos para tocarse una luna en la garganta. )

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( Creo que serían siete los minutos que te miré sin pestañear. Tu mano revolvía cabezas de peces en mi saliva. Nunca había pensado que las sombras fueran tan inútiles los días de viento. )

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( A veces me envuelvo en veinte sonidos tres manos mil pastos medio cielo un cuarto marítimo dos respiros medio exhalo una lengua violeta siete gustos de tierra algo de dolor por un dedo en la sien una jaula cuarenta ratas seiscientas piedras un sillón tres fotos media sombra y cinco metros de llanto sobre la nieve que ha dejado la madera en otoño. Acá estoy. Podría temblar y morderte los pies. )

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( Es imposible retener tantas voces y ruidos de ratas y pájaros y yo digo basta. Es imposible soportar tantos pequeños cadáveres y los vomito. Están esperando que me saque los ojos y los ponga en mi palma. Mañana a primera hora, me tendrán como un grito fúnebre rodando en sus gargantas.)

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( Me iba por un camino de tierra y no sabría jamás que dejaba en sus botas un nido de hielo. Caminé a paso de nube en una vereda gris al lado de paredes infinitamente blancas. Él ya lo había visto todo. Ahora espera verme capas de escaparme de mí; Dijo Jaula.
Mi cuerpo lloró tres veces. )

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( Voy a no decir nada porque es así como funcionan las cosas a través de las naranjas. Yo corría por donde no quería por cierto tema de papeles en su nuca. Me senté a esperar no se qué hasta que se me pudriera un dedo; el que tiene el ojo que mira la televisión de costado. Los comestibles acompañan el dolor ajeno cuando uno decide correr menos. No importa por donde. Dije que no iba a esperar más. Y llegaron los papeles a desangrar la nuca en mi living sin importar las alfombras ni los sucios envoltorios dispersos en la habitación. Todos lloramos sobre la mesa. Pero no tengo rencor. Ella debió haber amado su libertad mientras su mano se agitaba en el aire. )

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( Me despierto dos veces y he sentido el corazón en el estómago. Me siento y veo muchas cosas parecidas a las vocales repetidas por más de veinticinco bocas en los segundos posteriores a la indiferencia pero (anteriores de muerte) de lenguas por tal desperdicio hablando. Después ahogo mi garganta con el puño de mi mano. El día viene detrás, antes de comenzar, sé que los volcanes no suelen mudarse si hay una caricia de por medio. )

Micro retrato de una noche enferma.

Es cierto que no dejaría jamás de subir y bajar por las escaleras si fuera un ascensor una segunda opción. Son cosas tan personales como visitar al pájaro que se que vive en el hueco de mi pared. Digo un ascensor porque dícese que lo cómodo posiblemente traiga la felicidad o la simplifique al menos pero podría morir. Sé que hay un pájaro porque los pájaros realmente existen. Este es mudo. Pero sé que existe porque a pesar del hecho de realmente existir, lo he visto subir y bajar ascensores toda su vida y jamás me ha preguntado nada. No sé quién habrá pensado jamás que la felicidad es una cosa cómoda. No subiría ascensores por el hecho de que podría morir con este pájaro sobre mi cabeza de manera que indignaría los antiguos pensamientos de mi difunta madre. No cabe duda, este pájaro sabe que existen. Todo el edificio lo sabe porque son rojos como la lengua que ve uno posada a los espejos en las tiendas de cosas de segunda mano y tienen pies de porcelana. Es un ruido insoportable el que hacen al subir al ascensor junto al pájaro que los picotea tres veces lentamente, uno por uno, y yo debo correr con solo una pantufla a buscarlos por la madrugada. Son unos pensamientos de difícil cuidado que mi difunta madre ideó cuando cumplió diez años porque creía que las escaleras tendrían voluntad de mecerla llegada su muerte. Su felicidad fue una cosa cómoda y este pájaro lo sabe. Mi otra pantufla se encuentra en el hueco de mi pared y a veces la voz de mi nuca me pregunta cuál sería el problema en sacarla, y recuerda que el pájaro me la ha robado. Podría matarme de noche si la saco y luego posarse sobre mi cabeza. La voz de mi nuca también conoce al pájaro y quiere matarlo; segunda razón por la que no dejaría de subir y bajar por las escaleras a pesar de vivir en el último piso y tener solo una pantufla. La voz de mi nuca es bastante innecesaria y proviene de dos finos labios que debo tapar con cinta en caso de cosas importantes. Durante las noches debo dormir boca arriba para silenciarlos ya que la cinta suele resecarlos pasadas las dos horas por lo que no podría usar tal técnica. Son las siete horas tres minutos de la mañana del miércoles y las escobas comienzan a retumbar en mi piso porque los pensamientos rojos están correteando por el edificio mientras el pájaro que ya ha salido del hueco de mi pared se pasea en el ascensor esperando que los pensamientos suban para picotearlos tres veces, uno por uno. He dormido un minuto y medio el día de hoy y me levanto esquivando los pozos que las escobas han hecho con el tiempo en el trayecto de mi cama a la puerta de entrada. Tengo solo una pantufla puesta, veo la otra en el hueco en mi pared, la voz de mi nuca rezonga, las escobas golpean, los vecinos se quejan, los pensamientos hacen ruido con sus pies de porcelana y gritan, el ascensor sube y baja constantemente, al abrirse se ve el pájaro que se ríe, los pozos me demoran, son las siete cero siete bajo corriendo las escaleras y mi felicidad no es nada cómoda, a estas alturas me encuentro cansado y quisiera el lujo de dormir dos minutos diarios, asique esta vez tomo los pensamientos y los azoto contra la pared rompiéndolos en mil pedazos esparcidos en el suelo. Veo que el pájaro sale del ascensor a comer los pensamientos asique lo tomo por su última pluma y me como su cabeza a salvajes mordiscones hasta digerir su pico. Los labios aun rezongan, asique he decidido meterme los treinta palos de escoba en la nuca y la voz se ha callado, los vecinos miran anonadados, yo subo por la escalera para no perder la costumbre y tomo mi pantufla del hueco en la pared. Mi madre debe estar muerta. A mí no me molestan los agujeros en el piso, los vecinos se encuentran aún en silencio, he vomitado un ojo sobre el colchón aún tengo sueño cierro la puerta detrás, y me decido a dormir boca abajo ya que los treinta palos en mi nuca no llegan al techo, mi comodidad es plena. Luego de matar los pensamientos, haberme comido la cabeza del pájaro, tener mi otra pantufla, y silenciar la voz con los palos de escoba puedo finalmente decir, mi felicidad es una cosa cómoda, hasta me siento minimamente bien. Ahora sí, Buenas noches, debo dormir.

lunes, 5 de julio de 2010

voy a morirme.

Llorarte entero hasta la médula porque la verdad de todas las cosas es que no hacen mejor cosa que llorarse por completo. Ni dar respiro de inicio o de pausa simplemente tirarse al llanto como pájaro que nace en un abismo por la mañana. Todas las cosas se lloran porque todas las cosas son tristeza misma de estar vivas, porque ni sentido de ella la tristeza misma ni lógica por objetivo ni razón alguna de alienación al dormirse para despertar luego cuando no hay influencia alguna que sea eterna. Y si así fuera, que motivos acaso para dejar algo memorable por donde dichos pies hayan transitado si finalmente la mortalidad terminara por hacer que todo se llore continuamente, de a pedacitos, en el café de cada mañana que pasará tristemente por la garganta, para decirnos que no vivimos ni mínimamente sino por solo estar vivos. Inclinarse al llanto continuo no asimila al gusto ni a la moda nada que sea optativo, no es cuestión de mares ni de la relación entre un árbol delgado y una caña de pescar que se parece a un dedo de muerte, el ejercicio del llanto se da por entonces cuando asoma un ovulo y ya desde tal infortunio somos una pequeña esponja con gusto a lágrimas por tanto hasta el reposo o la pérdida de consciencia tendrá su origen en el mismo llanto ya sea en la tarde o la cama nocturna, quiera ser visible o tristemente andarse dando vueltas de costado por entre las venas, de la misma manera que estará haciéndolo en la espalda curva de su vecino o de su hermano. Somos todos uno por uno una gota mas de tristeza con ojos que camina desesperada a la par de gritos internos desenvueltos por las noches en que uno reconoce ser llanto y llorarse continuamente, por mas sea la ignorancia de todo un día repetido en años como si no escucháramos a nuestros pobres sentidos vueltos agua. Reconocemos llorarnos enteros hasta la médula, y decimos entonces por suspiro tardío que nuestra única cura, sería la muerte.